A propósito de los cien goles europeos, sellados en el Allianz Arena, va un relato de Juan Villoro, sobre el "Apolo de Chamartín". Faltó el tercer Balón de Oro pero vale la pena esta diatriba porque también hay que leer lo que nos disgusta. En su origen, el género pretendía ofrecer una lección moral, desprovista de ánimo agresivo. Así lo ejercieron Epicteto, Cicerón y Séneca, cuyas denuncias no se dejaban tocar por las injurias. Cristiano Ronaldo recibe insultos en todos los estadios que visita. ¿Es posible asestarle una diatriba filosófica? Criticar a quien ha ganado el Balón de Oro con dos equipos diferentes resulta fascinante porque es fácil errar el tiro. Su aspecto, su salario y su carácter pueden nublar la razón y elevar la bilirrubina. Tanto él como su novia rusa se han encargado de recordarnos que su apostura causa envidia. Estamos ante un caso de narcisismo altamente productivo. Cuando se dispone a cobrar un tiro libre, el delantero da pasos con
"No hay grandísimas novelas de fútbol porque el fútbol en sí mismo es una novela"