Le dijo Iker Casillas a Bertín
Osborne que tuvo la despedida que quiso. Que no tiene nada pendiente con el
Real Madrid porque “tenía claro que debía abandonar ese barco”. Se cierra un ciclo y empieza otro; pero es
imposible desligar su nombre del madridismo. Desde tierras lusas, el Santo aún
festeja los triunfos de su vieja escuela como la Undécima. Y si le preguntan quién es el mejor jugador
del mundo responde “yo tengo que quedarme con lo mío, tengo que quedarme con
Cristiano”.
La prensa mundial se acordó de
Iker después del 5-0 ante el Leicester City. El Santo clasificó a octavos con
97 victorias en Champions, superando a Xavi Hernández. El Oporto superó la fase
grupos y el mostoleño sumó dieciocho participaciones en esta competencia. En febrero
lo veremos jugar, por decimoséptima vez, los octavos de final.
Aunque sea difícil imaginar, después
del Madrid sí sale el sol. El milagro sigue en los palos aunque ya no
tenga páginas en los diarios: la liga portuguesa hoy tiene al portero menos
goleado. Es ahora, como dragón azul, que Iker muestra sus mejores números y
sigue siendo el mejor meta español.
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