“¿Te gusta el fútbol o solo te gusta el Real
Madrid?”,“¿Por qué eres tan fanática del Real Madrid, por tu apellido?”, “¿Eres
fan del Madrid o solo de Cristiano Ronaldo?”, “Es que si no eres de la Liga no
eres madridista”, “Deberías ver el campeonato nacional”, “Escribes como si
fueras española y vivieras allá”.
Vivo a 8.835,55 kilómetros del estadio del equipo del que
me declaro hincha, no tengo carné de socia ni puedo recitar los años de las
once Champions porque apenas he visto las dos últimas. No tengo autógrafos ni
fotos con los jugadores y he tenido que esperar hasta seis meses para poder
comprar la camiseta original de mi equipo en mi ciudad de residencia. También
debo decir que nunca he visto fútbol nacional y si me preguntan por la
alineación de Ecuador, no sabré contestar. Soy partidaria de que se puede seguir
a varios equipos, pero ser hincha solo de uno.
Cuando a Luis Suárez, el año pasado, se lo declaró
Pichichi en España, o mejor dicho, máximo goleador de La Liga, leí un artículo
sobre los esnobistas que se declaran hinchas de equipos cuyos estadios, seguramente,
jamás conocerán o podrían conocer. Esos que cada fin de semana abomban las
redes sociales con #HalaMadrid o #ViscaBarça para festejar goles lejanos,
vistiendo las costosas camisetas de sus equipos millonarios. Un
esnobista es el que imita (de manera exagerada) comportamientos e ideas que
supuestamente se consideran distinguidos y elegantes. Pero en el fútbol ¿qué te
convierte en un esnobista? ¿Acaso los camiseteros no son peores que los
esnobistas?
El fútbol es universal y pasional. Como la música, la
comida, el cine, y tantas otras cosas, es una cuestión de gustos. Las frases
que abren esta nota me persiguen desde hace siete años, cuando decidí seguir a
un equipo extranjero, sin antes haber elegido un equipo de mi ciudad.
Pienso que uno se hace hincha por varias razones.
Seguramente, por las mismas razones que quiere entrar a una pandilla: por
sentirse ganador en algún aspecto de la vida, por compartir su interés con un
grupo de personas (sentirse entendido) o por seguir una moda. De la misma manera,
pienso que uno tiene varias razones para fascinarse por un equipo: afinidades,
colores, jugadores, etc. Hoy sabemos mejor que nunca que el fútbol es un
negocio; no podemos ser tan ingenuos como para pensar que los grandes equipos
no son marcas. Entonces, esto de hacerse hincha del equipo más
bonito y poderoso sería muy
fácil de explicar desde el marketing deportivo. Nuestros
futbolistas son como el cacao: los exportamos a Europa para que se conviertan
en un producto de lujo. El poder de las Ligas europeas es capaz de hacer
espectáculo con la materia prima sudaca y eso es lo que nos encanta. De alguna manera son nuestros
jugadores quienes nos llevan a hinchar a los equipos lejanos.
Nos encanta que sea febrero para escuchar el majestuoso
himno de la Champions League a la hora de almuerzo y ver a nuestros jugadores
en acción. Nos encanta mirar los torneos europeos porque incluso la imagen es
más nítida y precisa. En la Champions, los colombianos son madridistas
y los argentinos son culés. Nos separamos para volver a unirnos en el Mundial,
cuando todos somos latinos. Siempre
me pregunto cómo es que James Rodríguez luce más altivo con la camiseta del
Madrid que con la de la Selección Colombia, o cómo es que Diego Godín parece
más aguerrido con el uniforme del Atleti que con la celeste de Uruguay. ¿Será
por las cámaras de alta tecnología o por los escudos de las camisetas?
De lo bueno lo mejor
y de lo mejor lo superior, decían
en una película. Sé que mi fanatismo selectivo de “me gusta el fútbol, pero
solo me gusta lo más top” es como “me gusta comer pero
solo helado”. Si el fútbol es universal y pasional no creo que
comprar las entradas al estadio te haga más hincha que mirar los partidos por
TV. No necesitas ir al
estadio para aprenderte los cánticos, para celebrar o llorar. Aunque no de la
misma manera, una derrota se siente leyendo la noticia o estando en el estadio.
El estar fuera (o lejos) de los estadios quizá sea una frustración interna que
llevamos algunos hinchas porque nos sentimos excluidos de las barras bravas.
El #HalaMadrid y el #ViscaBarça están muy lejos del
registro de nacimiento. No escribo esto porque me sienta española; son
frases de aliento popularizadas para identificar a los hinchas. Los
equipos de fútbol no son patrimonio de las ciudades; son marcas, productos. La decisión de consumir o no un
producto se fundamenta en gustos, y esos gustos en sensaciones. Y, por cierto,
algo que nunca deja de sorprenderme es esa tendencia, totalmente esnobista de
algunos quiteños, de armar grupos de equipos “afines” como Liga
de Quito-River Plate-Real Madrid. ¿Consumidores
del color blanco? Y el otro grupo: Barcelona Sporting Club-Boca Juniors-Barcelona
FC. ¿Consumidores de
todo lo opuesto al primer grupo? El odio siempre está de moda. Pero
ahí es cuando la mayoría de gente se equivoca: declararte hincha del uno no te
convierte en hater del otro. Y lo mismo: si me gusta el fútbol
europeo no significa que viva despotricando contra el fútbol local.
Florentino Pérez es un genio del negocio deportivo; llegó
a la presidencia del Madrid en 2000 con un solo objetivo: hacer dinero. Su
mayor acierto fue definir al Real Madrid como un club universal: “El
Real Madrid no tiene fronteras. El Real Madrid es de todos, universal, sin
distintivos de nacionalidades, de culturas, de lenguas o de religiones. El Real
Madrid es un sentimiento que nos une, nos vincula y que nos identifica”.
En el mundo hay más de 2 000 peñas madridistas; la página web del equipo
reconoce cerca de 150 peñas extranjeras; las más populares de América son Los
profetas, de Nicaragua y Real Madrid Cafeteros, de Colombia. Estados
Unidos, México, Suiza, Francia, China, Marruecos y los Emiratos Árabes Unidos
son los países que registran mayor número de peñas oficiales. Den por hecho que esto se debe a la
fama que han acumulado jugadores mediáticos como Zidane, Ronaldo ‘El Fenómeno’
y ahora CR7. Un hito en el marketing deportivo.
En Ecuador no hay peñas, pero creo que las tendencias que
registra Twitter en días de partido dan cuenta de la cultura esnobista: por
ejemplo, el pasado 26 de febrero, partido Villareal –
Real Madrid, jornada 24 de la Liga Santander, un encuentro aburrido contra un
equipo whatever, que no definía
nada importante, generó diez tendencias sobre el equipo blanco. El Barça logró algo similar con el
partido en el Vicente Calderón ese mismo día. A esto hay que sumarle la
demanda de reservas en restaurantes de Quito cuando hay Clásico y final de
Champions. Si no me
creen, este 23 de abril, cuenten cuántas personas ven en las calles de Quito
vistiendo las camisetas de los grandes de España.
Hay algo muy curioso que no puedo dejar de mencionar:
hablar de hinchas es hablar de herencia. Manuel Vilas, en el poema “Real
Madrid”, cuenta que cuando era niño, su tío Víctor le compró el
uniforme blanco y le habló de “nombres legendarios” como Amancio, Santillana y
Pirri. El madridismo le vino con historias y regalos de la infancia; una
historia muy pura que en mí no se repitió. Aunque mi padre se apellide Madrid es hincha del
Aucas y simpatizante del Atleti, mejor dicho, es absolutamente opositor al
negocio del fútbol encarnado en el Real Madrid de Florentino Pérez. El madridismo no me viene de mi
inscripción de nacimiento. Nadie me inculcó el gusto por ningún equipo, pero mi
apellido es una agradable coincidencia. El fútbol no es palpable; aunque el
hincha intente materializarlo en una camiseta, en un llavero o en un estado de
Facebook. Esnobistas los mesiánicos y ronaldistas, que
viven del ahora, y enterrarán a sus equipos cuando estos dos se retiren de las
canchas. Yo me quedo con
el fútbol
bonito y los dribblings de un equipo lejano al que sigo a
tope.
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ResponderEliminarUn jugador talentoso y sobresaliente tiene una resistencia tan fuerte que es muy raro. En general, es difícil para un jugador rápido correr durante tanto tiempo, pero Hames puede hacerlo. Él es perfecto tanto en el centro del campo como hacia adelante. Él es un jugador superior y tiene un talento increíble.
ResponderEliminarEspero tener una camisetas de futbol James.