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Papeles en el viento (2015)

 

Los amigos y el fútbol. Dos cosas sagradas para los argentinos que nutren la historia de Juan Taratuto. Pero se trata de los amigos que ya no están y de lo que queda del fútbol. Las pasiones y los papelitos que quedan en las gradas del estadio después de la euforia. Papeles en el viento no es una película de fútbol; es un "drama" dedicado a quienes lo aman entre amigos. Cuatro hinchas del Independiente solían compartir vino y hablar de las jornadas en el estadio. Los goles quedan en el olvido, pero la conversación parece durar toda la vida. Uno de ellos, el Mono (interpretado por Diego Torres) muere con cáncer. Los otros tres se proponen ayudar económicamente a su hija. La niña queda a cargo de su madre; una señora malvada y “mal tirada” que no quiere saber nada de los amigos de su marido, los patanes con los que él se reunía los domingos por la tarde. Cada personaje carga un problema: deudas, desamor, cobardía… parece que el campeonato y la melancolía por El Mono, son el único refugio (aliento). El verdadero valor es la amistad; que en esta historia se traduce en ayuda y recuerdo. Juan Taratuto cae en un lugar común; reducir el fútbol a la emoción y al negocio. Después de la muerte del Mono es como que el juego, el estadio, la hinchada y los colores cambian. La película destaca ese gran interés argentino por producir (y exportar) a las grandes estrellas del deporte: la búsqueda minuciosa del “jugador prodigio” en las categorías inferiores, el que podría calzar mejor en Europa. Los protagonistas “manejan” el pase de un jugador de las inferiores como un cheque que ayudará a la hija del Mono hasta que cumpla 18. Papeles en el viento tiene el sello argentino bien puesto. Ver a la niña ponerse la camiseta del CAI en los últimos minutos es, sin duda, esa emoción que nos gusta hallar en Netflix. Gran homenaje para los hinchas rojos. 

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