22 de mayo, 2017 en Plaza España |
Si hubo el Madrid de Di Stéfano, el Madrid de los Yé-yé, el de los Galácticos, este debería llamarse el Madrid de los sinfónicos.
¿A
qué juega el equipo de Zidane? A ganar. ¿Y cómo? De numerosas maneras, porque
la diversidad y pluralidad han sido su arma nuclear,
dice José Sámano en su artículo titulado El
Madrid más total. Diversidad
y pluralidad que ya han valido una Liga y esperan firmar el doblete en el país
de Gales. Faltan doce días para la 12 y Zidane tendrá que demostrar que
conoce a la Juve y que sabe de qué está hecho su equipo.
Sí, el Madrid de Zidane
juega a ganar. ¿Cómo? yo digo que moviendo fichas, repartiendo minutos y desenterrando muertos.
Zidane parece un devoto de la novedad: cada partido es una cara diferente. También
parece que recicla, que restaura, que no descarta nada porque todo sirve para
crear. Mostró caras para el Bayern, Barca, Atleti... Málaga. Ahora prepara su mejor imagen para
Cardiff, una versión mejorada con memorias de Milán. Pero, esta vez, llega a la final con dudas: ¿qué pasa si el Príncipe se pierde la Duodécima en su tierra?, ¿qué pasa si las
fichas doradas, recién lustradas y probadas, como Isco, se atrofian? ¿y si ya
no hay caras para Cardiff y tiene que repetir la ofensiva de Múnich?
Le queda la fe en
reconstrucciones individuales y que todo acabe de película, como hace unas
semanas en el Vicente Calderón. Después de la semifinal, le preguntaron sobre
Benzema y respondió: “No sé cómo salió de allí”. Es mentira, sí lo sabe, porque un consentido responde, tarde o
temprano, cuando recibe mimos, o al menos, así funcionan las cosas en este
equipo.
A Zidane no le pesan los
brazos. Parece levitar cuando grita las
directrices desde la banca. Más de un año sufriendo y remontado marcadores,
con un Cristiano imparable, que parece haber madurado porque ahora dice que el “trabajo del equipo es lo más
importante”. Nadie puede decir que sigue con suerte de principiante.
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