Sorprende que John Carlin use las mismas palabras y la misma sinergia para escribir sobre Crsitiano Ronaldo y Donald Trump. El periodista británico, que vive entre los deportes y la política, parece que se quedó sin ideas y ahora repite frases para hablar sobre dos personajes que solo convergen en la Torre Trump.
Hay un artículo de Carlin que no sale de mi cabeza y siempre lo cito, porque es un excelente ejemplo de periodismo envenadado. Ojalá, pudieran compartirlo en las clases de redacción periodística en las facultades de Comunicación, como ejemplo de lo que nunca se debe hacer. Se llama: Cristiano: la grandeza, la tristeza y la ridiculez.
Hace un año, en tiempos de EuroCopa, Carlin escribió: "Nunca en la historia del fútbol hubo alguien que combinase tanta grandeza como jugador con tanta ridiculez como persona", y ahora, se pregunta "¿Ha habido alguna vez en la historia un líder en el que la discrepancia entre el alcance global de su poder y la ridiculez de su persona haya sido más abismal?", 3 de julio, El País. Carlin quiere saber si la popularidad y ridiculez de Trump y CR7 des dará el primer lugar en la historia. La fama como sinónimo de ridiculez. Un presidente mundialmente conocido, cuya torpeza siempre da de qué hablar versus un deportista que es una mina de oro en las redes sociales.
Carlin tiene claro el predominio de Trump y CR7, en política y en el deporte, respectivamente. Para él, estos dos seres globales tienen algo en común, además de la ridiculez: son unos CHIQUILLOS MALCRIADOS carentes de personalidad. En su artículo "Un hombre bebé en la Casa Blanca", se refiere al Presidente como " un llorón con un ego gigante y frágil a la vez". Lo mismo dijo de Cristiano: "Debajo de ese cuerpo de Adonis superstar lo que hay es, efectivamente, un blando chiquillo malcriado", porque solo hay que ver su film Ronaldo, para confirmar "su frágil narcisisimo".
Cada vez que leo El País y encuentro el nombre del británico, hago click en la noticia con cierto recelo, pero lo hago porque es John Carlin y sé que hay destellos de cinismo ilustrado en su tono y esto es agradable hasta cierto punto. Si se trata de un texto político, tengo certezas en mi lectura; pero si es un texto "deportivo" (no sé cómo El País lo publica en la sección Deportes, pero bueno) lo leo con un puñal en la mano. ¿Será que algún día este señor escribirá sobre CR7 sin usar las palabras ridiculez y Adonis, sin referirse a su película y sin hablar del alcoholismo de su padre?
Aplaudimos a Carlin cuando dice "...que semejante energúmeno ocupe el cargo más peligroso de la tierra"; pero cuando habla de un futbolista y le dice "pobre tipo" que se consuela con modelos rusas y Rolls Royce, lo condenamos e incluso sentimos lástima. Pero si lo que intenta decir es que CR7 es el Trump del fútbol (vanidoso, infantil, ególatra y miserable) y visceversa, quién es el verdadero miserable aquí. Él habla de miseria humana cuando él está siendo miserable con el lenguaje. Es que el odio por CR7 le ha inspirado sus mejores metáforas, tanto que ahora las recicla para hablar del Presidente.
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