Es el minuto 113 en la gran final. Mario Götze
controla la pelota con el pecho en el área argentina y la manda a guardar de
zurda. Alemanes y unos pocos brasileños se unen el grito de gol. Se prende el
Maracaná. Los germanos están a siete minutos alcanzar la cuarta estrella. Götze,
que no mide más de 1,76m, entró en el minuto 88 con una directriz clarísima: “Anda
y muéstrale al mundo que eres mejor que Messi y que sabes decidir un partido”.
Apoteósicas palabras de Löw, un hombre de rostro pétreo, que ha escandalizado
al mundo por sus desagradables manías en el banquillo.
Es que nadie ganó más que Jogi como DT de la Deutsche Fussball Bund: 103 victorias en 152 partidos. Hace tres años, salió del Maracaná con la Copa del Mundo y dijo: “Es el resultado de ocho años de trabajo”. En 2010, después de ser eliminado por el cabezazo de Puyol en el minuto 73, Löw le dijo a Xabi Hernández: “Son el mejor equipo que he visto en mi vida”.
Alemania empató 2-2 en fase de grupos, con un equipo que vestía camisetas con diseños tribales. Ghana le sacó a Löw esas manías desagradables. Argelia también le costó mucho y seguramente ese fue el único equipo que le pasó por encima a la Mannschaft en Brasil. Pero ¿quién se acuerda de estas cosas después del duelo contra Brasil? ¿Quién recuerda si quiera que Götze venció a Romero sin dejar que el balón toque el césped?
Hace tres años, Alemania ganó por cuarta vez el Mundial. Esta vez con la cabeza, con las garantías del razonamiento, de la eficiencia. Sacando esas cualidades alemanas que tienen los trenes y las fábricas de cerveza. Un campéon que convincente. Llegó a la final con las ínfulas de humillador asesino; el enojo de Neuer después del gol Óscar en Belo Horizonte, resume todo eso que fue y sigue siendo la selección de Löw. Una conjunto de 22 obreros que registra cada movimiento y parece tener todo medido y cronometrado.
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