La primavera aún no llega a París. En la periferia, exactamente en el distrito XVI, se sienten los 11 grados centígrados en las rodillas. Dicen que en la capital francesa "a nadie le encanta tanto algo". Quizá es por esto que nadie parece notar que mañana habrá noche de Liga de Campeones en el Parque de los Príncipes.
Cuando faltan menos de 24 horas para el encuentro, la plantilla de Zidane salta a la cancha y empieza a tocar el balón. Su ejército se ubica en el centro, justo frente al graderío en el que resalta la frase "Paris est magique". Modric y Kroos han regresado y están a las órdenes del míster para salvar el mediocampo. Aunque no han jugado en tres semanas, se sacuden el frío y sacan balones a relucir. También están los "niños", acomodándose del buso de manga larga, y ansiando minutos de verdad en esa misma cancha, Asensio, Lucas y Borjita.
No llega la primavera, pero el Madrid trajo sus colores al césped: 3 goles en el partido de ida que sí dan comodidad; cinco victorias en la Liga Española que suben la moral; y, con su estrella goleadora en un momento pródigo. Si las cosas salen mal, saben que en casa los espera algo peor. Y si se libran del equipo de Emery, que estará cojeando en la delantera, este año no habrá primavera, al menos, en el distrito XVI.
París sí es mágico, pero el fútbol no es lo más importante.
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