Un derbi
disfrazado de final
Cuarenta días
después de la final en Milán, Clattenburg volvió a citar al Rey y al Principito
para jugarse la corona de Europa en París. No hubo colchoneros ni vikingos, ni
cholistas ni zidanistas, pero el duelo Griezmann-Cristiano supone un
Atlético de Madrid vs Real Madrid en cualquier fecha y lugar del mundo. Griezmann llegó en mejores condiciones que
Cristiano, sobre todo a nivel de equipo. Con 25 años cumplidos y seis
anotaciones, tuvo que pasar por encima de los alemanes (favoritos por
antonomasia) en semifinales (como lo hizo en la Champions) con la ayuda de un
ejército agresivo que lo protegía, y tuvo que acabar con la honorable Islandia
(5-2), que en su primera Euro llegó a cuartos de final.
Cristiano, que ha ganado todo lo que es posible ganar con dos equipos
diferentes, tenía en París 2016 la oportunidad de conquistar la cima que le
faltaba: ganar algo para su país y hacer más puntos para su cuarto Balón de Oro. Llegó al Saint Denis gracias a dos golpes de suerte frente a la
a la Croacia de Modric y a la Polonia de Lewandowski, y a un salto de 2,61
metros de altura que abrió el pase frente a Gales. Los lusos nunca fueron favoritos, mucho menos después de que en el último
Mundial ni siquiera superaran la fase de grupos. Después
de los alargues contra Croacia y Polonia y Francia, Portugal se convirtió en la
única selección que jugó 90 minutos más que cualquiera en este torneo. No hubo
mucho derbi que ver. Pero el resultado sí confirmó que por donde se mire el
Atleti es el segundo de Europa.
25 minutos para Cristiano
Por amor o por
odio a Cristiano Ronaldo, casi 10 millones de espectadores se sentaron este
domingo a ver la final de la Euro 2016. Ver al Bicho jugar una final (mejor aún con
la camiseta de Portugal) es un espectáculo en el mejor y en el peor de los
sentidos. Después del fracaso de Messi en la Copa América
y el escándalo del juicio, el resultado de Ronaldo en la Copa de Europa era
doblemente importante.
Que Ronaldo abandone la cancha en el 25’, en una camilla y
entre lágrimas, es la mejor y la peor escena. Por unos minutos, Dimitri Payet se convirtió en el hombre más
amado y odiado del fútbol; la entrada del francés en el 8’, que no fue
sancionada, cambió el curso de la final. Durante 17 minutos, Cristiano jugó
incómodo, mejor dicho, retorciéndose del dolor. Su rodilla izquierda lo dejará fuera del césped por un mes y quizá no
esté listo para la Super Copa de Europa. En
el 16’ se echó al suelo a llorar por impotencia, fracaso y desesperación. Con
el orgullo y la vanidad que siempre demuestra, se tiró al partido con una venda
en la rodilla y diciéndole a Fernando Santos
¡Quiero jugar, quiero jugar! Pero cinco minutos más tarde, tuvo que asumir su
imposibilidad de continuar y darse por vencido. Ovación de pie del Saint Denis
para el rey inconsolable. Fin del derbi pero el inicio de una selección.
Dos técnicos para Portugal
Es cierto que Portugal tuvo más
suerte que Francia con las llaves. Nunca se encontró con los pesados: Italia,
Alemania, Inglaterra y España. El partido más duro fue la final y Francia ni
siquiera tuvo a Benzema. A partir del 26’, Portugal se acomodó con lo que tenía
y empezó a pensar más rápido. Uno a uno, los súbditos del rey abatido
fueron despertando y se repartieron el peso que siempre carga CR7 sobre sus
hombros. Nani, Quaresma, Pepe y Rui Patricio, cada uno en lo suyo, frenaron a
Francia y jugaron a contragolpe. Renato Sánchez, Éder y Fonte, nombres que antes
de esta final ni siquiera sonaban, se convirtieron en los obreros del primer
título luso. En siete partidos, Portugal recibió seis goles, la defensa férrea
(Soares, Pepe, Fonte y Guerreiro) fue el principal soporte porque contuvo los
intentos de Griezmann, Pogba y Giroud. El partido pudo ser para cualquier equipo y
también pudo terminar en penales, pero a pesar de la baja de CR7, Portugal supo
armarse y ordenar sus fichas para que el 9 atinara en el 109’.
Cristiano no demoró mucho en los
vestidores. Poco antes del tiempo extra asomó en el banquillo igual de inquieto
que el enjambre de polillas que fastidió el encuentro. Detrás de Fernando
Santos, alentó a sus compañeros y movió el juego sin estar dentro de él. Es que
el Bicho sí tiene personalidad, sabe mandar y defender aunque cojee. De jugador a entrenador, se olvidó de la rodilla maltrecha y dio
instrucciones señalando la cancha, reclamó a Deschamps, y a los árbitros les
exigió el pitazo final. Por show o
lo que haya sido, le quedó bien el puesto de segundo director técnico.
Mucho Lloris y demasiado Rui
Patricio
Un partido solo es equilibrado
cuando hay tensión en ambos arcos. Para los bleus, las paradas de Lloris fueron casi tan
importantes como los goles de Griezmann en esta Euro. Después de Can, Draxler y
Schweinsteiger, Hugo Lloris no tenía nada que temer. Y Rui Patricio, que con su
puño sacó el balón de Blaszczykowski para derrotar a Polonia, dejó soñando al
Principito, Giroud y Sissoko en el tiempo extra. Portugal se acomodó desde el
fondo y Rui Patricio, que al contrario de Lloris, se ha comido hasta cuatro goles
alemanes (Brasil 2014), jugó con más intuición que inteligencia.
De Éder para Cristiano
Éder fue la mejor
apuesta de Fernando Santos: “cuando pierdes al mejor jugador del mundo tienes
que reaccionar. Y necesitábamos alguien arriba que fuera una referencia y nos
diera centímetros”. Ederzito Antonio Macedo Lopes tiene 28 años y nació en
Guinea Bissau, mide 1.88 cm y es delantero en el Lille Olympique Sporting Club.
Muchos se preguntaron por qué Eder jugaría la Euro 2016 si en 28 partidos solo
había marcado tres goles. Nunca estuvo a la altura de Nani, Quaresma, mucho
menos, CR7. Entró por el joven Renato en el 79’ para patear un balón esquinado
desde fuera del área que sería el gol más importante de la historia de Portugal.
La anécdota que se repetirá hasta el
cansancio es que el Bicho (ya transformado en el segundo técnico) le dijo a
Éder que él sería quien anote el gol de la victoria. “Me pasó esa fuerza, esa
energía”. Como cuando Löw le besó la cabeza a Götze y
le dijo: “Muéstrale al mundo que eres mejor que Messi y que sabes decidir un
partido”,en la final en el
Maracaná, Cristiano ha lanzado esa chispa de genio sin ser todavía cabeza
responsable. El crack de
Madeira aprendió a llorar de pena y de felicidad. Es increíble, pero a Ronaldo sí se le dio y hoy es doblemente campeón de
Europa y ha hecho que esta Eurocopa sea también del madridismo. Los
récords que superó en julio y el SSSSSIIIIUUUU frente a las cámaras, por
primera vez, no interesan.
Este artículo fue publicado en la revista digital La Barra Espaciadora, en julio de 2016
Comentarios
Publicar un comentario