Qué
manera de aguantar,
qué manera de crecer,
qué manera de sentir,
qué manera de soñar,
qué manera de aprender,
qué manera de sufrir,
qué manera de palmar,
qué manera de vencer,
qué manera de vivir.
(Joaquín Sabina, Himno del Centenario del Atlético de Madrid)
qué manera de crecer,
qué manera de sentir,
qué manera de soñar,
qué manera de aprender,
qué manera de sufrir,
qué manera de palmar,
qué manera de vencer,
qué manera de vivir.
(Joaquín Sabina, Himno del Centenario del Atlético de Madrid)
En
la Plaza Cánovas del Castillo reposa el dios de los mares, con la serpiente
enroscada en la mano derecha y el tridente en la izquierda. Se desplaza entre
delfines con su carro de concha tirado por los hipocampos. Al cruzar Paseo del
Prado está otro monumento emblemático de Madrid. En la Plaza de la Cibeles,
sentada en un carro tirado por leones, está la diosa blanca. Una deidad de
vida, muerte y resurrección; la diosa de la Tierra. Estos lugares
simbólicos de Madrid son puntos de encuentro para las hinchadas de los equipos
de la ciudad. Durante muchos años, seguidores del Real Madrid y del Atlético de
Madrid compartían a la diosa blanca para festejar sus victorias. Pero a partir de la Copa del Rey de 1991,
los colchoneros se movieron a Neptuno y establecieron allí su mar rojiblanco.
Este
año, el equipo del cholo Simeone esperaba ofrecerle al dios de los mares la
primera Liga de Campeones. La verdad es que este año el Atleti pintaba más
que nunca para ser, finalmente, el Rey de Europa. No
era para menos: después de hacer una temporada magnífica en la que, entre otras
muchas cosas, eliminó al campeón de 2015 (Barcelona) en cuartos de final, y al
campeón de 2013 (Bayern München) en semifinales, ya solo le quedaba
ganarle en San Siro al campeón de 2014, en una revancha que le devolvería la
dignidad.
Pero algo le pasa al
Atleti del Cholo que tiene todo pero sigue sin conseguir nada. Algo no le permite comerse el pastel entero. Tanto
esfuerzo para nada, otra vez. Hace dos años, en la final de Lisboa, contra el Real
Madrid, Simeone ya tuvo el primer aviso. Esta vez, 28 de mayo en Milán, ha
caído más duro porque estuvo más alto.
Ni
Griezmann, ni el Niño, ni Godín, ni los poderes de Neptuno, ni el mismo fútbol
que ha sido generoso y le ha dado la oportunidad de revancha, fueron capaces de
empujar al equipo hacia la primera gloria europea. ¿Cómo
puede ser que el Atleti golee en el Bernabéu cuando juega la Liga Española y
que cuando juega la final de la Champions contra el mismo equipo sea incapaz de
llevarse el partido? No se vale responder esto con argumentos blancos como el
efecto Zidane, Cristiano Ronaldo, Florentino Pérez, el arbitraje, etc. Es cosa
de los colchoneros, solamente de ellos.
El
Cholo, quien para muchos era “el león de San Siro”, dejó líneas y, sobre todo,
las fallas laterales abrieron paso para que Sergio Ramos anotara en el minuto
15 y la pesadilla de Lisboa reviviera. El castigo comenzó demasiado pronto, dejando claro que
las cosas sí pasan dos veces de la misma manera. Griezmann falló el penalti del
empate en 48’ y, para colmo, se encontró con un Danilo efectivo. El
Madrid empezó más despierto y tuvo un Bale inspirado, un Lucas Vásquez
impecable, un Keylor “bendito” Navas y un Casemiro que confirmó el mejor
planteamiento de Zidane.
Carrasco
invocó a Neptuno y causó un maremoto en el 78’ con un gol bravísimo, que
recogió el espíritu del cholismo,coraje y corazón. ¿Cómo no ganarle ahora si hace tres meses
Griezmann se llevó el primer derby del
año? Lo peor es que ambos equipos se conocen bien. Hartos de perder con un
Madrid vanidoso y prepotente, que hizo menos Champions y que se ríe de ellos a
carcajadas, los colchoneros alargaron el partido. Qué manera de aguantar. Sobándose los
muslos, con los calcetines a media pierna y con el cuerpo pesado, poco a poco,
blancos y rojiblancos llegaron a los penalties para acabar con la incertidumbre. Como
le dijo Marcelo a un periodista poco antes del encuentro en San Siro: “en una
final, lo que decide el partido son los pequeños detalles”; el palo de Juanfran
en el cuarto disparo y el gol de Ronaldo son cosas del destino.
“Lo
que tengo claro es que del segundo no se acuerda nadie”, dijo el Cholo en la
sala de prensa. Desde que llegó al club en 2011, esta es la primera temporada
que termina sin títulos. Una pérdida más grande y dolorosa que la de Lisboa. No
sirvió de nada dejar a Luis Enrique y a Guardiola en el camino si nadie los va
recordar. No hay culpables. Otra Copa de Europa para engrandecer la historia
del Real Madrid que hoy recupera su corona gracias a la mejor apuesta de
Florentino Pérez: Zinedine Zidane.
Hay
que dejar que pase el tiempo y curar las heridas en la casa. El
Atleti del Cholo es coraje y corazón, pero aunque sea dueño del balón tiene una
maldición. Sus seguidores reclaman justicia y culpan al
árbitro Clatternburg. Siempre será difícil reconocer una victoria del Madrid,
pero no les queda más que conformarse con ganar los derbies de Liga. Eso ya es
bastante. Llegará la hora, Atleti, la hora de mandar en la
capital y en Europa. Nunca dejes de creer. Lo
mereciste, colchonero, pero Zidane sabe cumplir promesas. Neptuno sigue
esperando la Primera. Mientras tanto, la diosa Cibeles recibió la Undécima de
las manos del capitán Ramos; sus leones están contentos, más fuertes y feroces
que nunca.
Este artículo fue publicado en la revista digital La Barra Espaciadora, en mayo de 2016.
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