“Soy
lo que soy: no soy un galáctico, soy de Móstoles” Iker Casillas
En los cuartos de final del Mundial
de Sudáfrica 2010, se enfrentaron España y Paraguay. Hubo dos penaltis: el
primero, por un fallo de Piqué que le dio a Cardozo la oportunidad de abrir el
marcador. El paraguayo, sin dirigir la mirada al portero, envió el balón hacia
el extremo izquierdo, pero la suerte no estuvo de su lado. El segundo dejó a
Xabi Alonso frente a los palos. Después del pitazo, Alonso pateó hacia el
centro y Justo Villar no pudo frenar el balón. Para alegría de los paraguayos,
el árbitro ordenó a Xabi repetir el tiro. Indignado y dudoso pateó otra vez al
centro y el Jabulani encontró a Villar. No sería hasta el minuto 83 que David
Villa anotaría el único gol del encuentro, que le valió el pase a España para
semifinales. La aparición de Iker Casillas en ese partido significó su primer
milagro en Sudáfrica. Días después, en el Soccer City, frente a Holanda,
Casillas le dio a España el paradón más importante de su carrera, ganando un
mano a mano a Arjen Robben, que cuatro años después sería cobrado con creces.
Hasta levantar la Copa del Mundo, Iker Casillas
había conseguido dos Ligas de Campeones con el Real Madrid: la Octava (París,
1999) contra el Valencia FC y la Novena (Glasgow, 2002) jamás olvidada por el
desempate de Zidane frente al Bayer Leverkusen. Ambas con Vicente del Bosque
como entrenador. Además de una Eurocopa en 2008 con la selección española. En
2010 consiguió la Copa del Mundo y el Guante de Oro, y otra Eurocopa en 2012.
Además, fue nombrado Mejor Portero del Mundo durante cinco años seguidos (desde
2008 hasta 2012).
Pero, de lo bueno, poco. La divinidad
de Casillas ya se desvanecía. El Santo se quemaría en el infierno, sin poder
recuperar el amor de la hinchada y no habría Décima que lo salve. Iker Casillas
llegó al Real Madrid cuando tenía nueve años. Hoy tiene 34 y un contrato que
termina dos años antes. Sus quince temporadas en el primer equipo suponen una
relación monógama y extraña para un jugador europeo.
El Santo parece no tener amigos fuera de Madrid; su vida ha
transcurrido en el Santiago Bernabéu y el único pago que se lleva es la suma de
algunos millones de euros. Es fácil resumir 25 años en cifras: 725 partidos,
tres Copas de Europa, cinco Ligas y dos Copas del Rey y cuatro Supercopas de
España. Pero todo indica que esto no ha sido suficiente para los directivos ni
para la hinchada. Desde 2010, el capitán se ha visto envuelto en la humareda de
chismes y rumores que han tenido eco en la prensa a escala mundial.
Juan Villoro escribe que “…Florentino Pérez empezó sus fichajes
de coleccionista. Mientras las habitaciones tengan cuatro paredes, su idea de
la decoración será un Picasso, un Kandinsky, un Klee y un Miró”, pero no es
raro encontrar esas obras de arte calentando el banquillo pero vendiendo
camisetas, o regadas por la Liga inglesa después de unas cuantas temporadas. La
basura del Madrid siempre será tesoro de otros.
La mala racha de San Iker empezaría después de Sudáfrica 2010.
En mayo de ese año llegó del Inter de Milán José Mourinho. Mou tuvo que
aguantar durante casi tres años al tridente imparable de Pep Guardiola. El
primer duelo, en noviembre, terminó con un 5-0. Y aunque los próximos clásicos
traerían resultados parejos, empujones e insultos pasarían factura.
De la relación Mou-Casillas se dicen muchas cosas; la prensa
deportiva afirma que la suplencia fue el castigo que el portugués le impuso al
Santo. ¡El mejor arquero del mundo en el banquillo! Pero, ¿por qué? ¿Una
llamada de Iker a su compañero de selección y jugador del Barcelona, Xabi?,
¿discrepancias técnicas?, ¿las declaraciones de su novia, la periodista Sara
Carbonero, sobre el mal ambiente de los vestuarios? o ¿por ser un topo que
filtraba información?
Lo cierto es que Mourinho trajo consigo el movimiento TOPOR.
Parte de la hinchada no perdonó las declaraciones de Carbonero y las supuestas
deslealtades de Casillas. Pero la ‘Yihad Casillista’ intentó defender a Iker
desvalorizando a Diego López, el arquero preferido de Mou, o que al menos
parecía serlo. Para el 2013, el madridismo estaba claramente dividido: los #toporveteya
y los #ikercasillasesmadridismo se disputaban el Twitter y los graderíos del
Bernabéu. Aunque estuvo dos meses fuera por una lesión en la mano, la bulla que
le decía “filtrador” y “traidor” no cesó. De santo a pecador en menos de cuatro
años. ¿Brujería o vudú? Casillas pensó, por primera vez, en abandonar el Real
Madrid por tanta suciedad.
Las personas que lo conocen, como Pepe Reina y Jorge Valdano,
admiran su fuerza mental, pues es ella la que lo ha llevado a sobreponerse
después de cada partido. Los casillistas también justifican su pasión por esa
coraza que se espera en un capitán. Pero, aunque nunca perdió la confianza en
sí mismo, la tristeza se notaba. Su pecado más grande sería visto por el mundo
entero. Tan parecido a la vida es el fútbol que enfrentó a España y Holanda
otra vez en Brasil 2014 para un ajuste de cuentas. Casillas, que todavía sentía
el peso de la orejona ganada en Lisboa, sirvió de alfombra roja para la primera
goleada de ese torneo (5-1). Y, para colmo, uno de esos cinco tantos fue
calificado como el segundo mejor gol del Mundial, con la firma de Van Persie.
Chile también se vengaría de España y le sumaría dos más al arco de Iker. ¡El
campeón de campeones jugó tres partidos en Brasil 2014! Otra vez, ¿brujería o
vudú?
Los héroes de la Décima cayeron uno por uno en sus selecciones.
Pero ese mismo año, con las directrices de Carlo Ancelotti, el Real Madrid
recuperaría la jerarquía, la vanidad y la esperanza. Mejor dicho, un triplete y
el último trofeo que le hacía falta en el palmarés: el Mundial de Clubes. Los
últimos milagros del Santo para el club de su vida. Después de ganar el
Mundialito, al final del 2014, era el mejor momento para que se retirara y saliera por la puerta principal.
Pocos días después de la final en el Maracaná, Florentino Pérez
presentó el nuevo haul. La mercancía incluía al guardameta costarricense Keylor
Navas. A pesar de que esto no significó una amenaza para la titularidad de
Casillas, la hinchada era cada vez más agresiva. El 2015 empezó con los rumores
de su salida afilados: ¿el Manchester United?, ¿el Arsenal?, ¿la Roma? Además,
las goleadas del equipo con el que se disputa la capital española enfadaron
todavía más a los graderíos. El Atlético de Madrid castigaría a quienes le
sacaron el caramelo de la boca en el minuto 93’, en Lisboa. Los fallos de
Casillas encendieron el fuego. Los colchoneros coreaban su nombre y los otros
pifiaban detrás de su arco. El Santo empezó a tocar las llamas del Infierno. La
cabeza se le calentó tanto que ya no tenía paciencia para los periodistas ni
para aguantar los abucheos.
Finalmente, los rumores se confirmaron. La decisión tardó más de
lo previsto pero San Iker ya tiene nuevo destino y lo anunció en la sala de
prensa del Santiago Bernabéu. Habrá despedida aunque las despedidas solo sirven
para decir ¡gracias!, y a los santos no se les agradece, se
les reza. Los devotos tendrán que consolarse con una carta que dice: “No me
recordéis por un buen portero o mal portero sino como una buena persona con sus
defectos”. Este Santo no se va lejos. Para los corazones blancos, que hoy están
pequeños y apretados, permanecerá por siempre en los palos del nuevo Chamartín.
Este artículo fue
publicado en la revista digital La Barra Espaciadora en julio de 2015.
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